Las películas en los trenes y los aviones me duermen casi al instante, pero en mi último viaje en tren he visto (entera) I Feel Pretty (Qué guapa soy). Aunque huyo de estereotipos y clichés, me causó curiosidad ver como esta comedia de mediados del 2018 había enfocado el tema del sobrepeso y la auto-imagen.
Una pizpireta chica corriente, Renee Bennett, ligeramente voluptuosa, lucha cada día con los sentimientos de profunda inseguridad y baja autoestima que frenan sus ambiciones en la industria de la moda en Nueva York (un poco The Devil Wears Prada). Tras una estrepitosa caída en una clase de spinning despierta creyendo que es la mujer más bella y segura del planeta. Con esta nueva confianza en sí misma se siente capaz de vivir sin complejos ni limitaciones hasta que descubra que su apariencia en realidad nunca ha cambiado. Tachán!
Aunque sea una película 100% comercial ayuda a visibilizar el tema de la aceptación del cuerpo, y a ampliar las miras de aquellos espectadores que puedan pensar que la belleza es la clave del éxito en la vida. Puede llegar a un público joven, hacerles reír y hacerles pensar, y eso es todo un éxito.
La comedia parte de la premisa que el espectador va a considerar la imagen corporal de la protagonista incompatible con la increíble confianza en ella misma con la que se desenvuelve. Se asume (falsamente) que es menos deseable que cualquiera de sus estilizadas compañeras e insiste repetidamente en la broma de que su nueva confianza no está sincronizada con su tipo de cuerpo.
Desgraciadamente estamos tan corrompidos con los ideales estéticos inalcanzables y tenemos tan interiorizados los filtros de Photoshop y las siluetas y los cuerpos de determinadas proporciones que aceptamos con facilidad el desconcierto que genera un personaje desenvolviéndose en un rol que no le pertenece según su físico.
Da que pensar ésto. En nuestra sociedad, a menudo, las mujeres debemos adivinar (e interpretar) nuestra propia imagen y actuar conforme se espera de ella por encima, en algunos casos, de incluso la propia personalidad.
La carismática actriz protagonista, Amy Shumer, en teoría no encaja en los típicos cánones de belleza de Hollywood, así que una película con una mujer como ella ya es un progreso, aunque sea en un comedia basada en estereotipos sobre el físico y el humor de la torpeza y la vergüenza ajena.
La aceptación del cuerpo, la no obsesión por la apariencia, y el cambio en las normas de belleza van lentamente pidiendo sitio en nuestra cultura. Al menos quiero pensar que se van dando pequeños pasos, y esta película simplona (aunque honesta y con buenas intenciones) es relevante en ese aspecto.
Creo que todos aspiramos a ver mujeres (y hombres) que se acerquen a referentes más cercanos y no a expectativas y creencias generados una industria productora de imágenes irreales. Aspiramos a construir un mundo en el que todos los cuerpos sean legítimos. Y bellos.
Photos by STXfilms.
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