En una de las sesiones con mi terapeuta, me recomendó la lectura de este libro, todo un clásico de los TCA. No acabé de entender porqué me recomendaba un libro sobre anorexia, pero a medida que voy avanzando en el proceso y conozco más los Trastornos de la Conducta Alimentaria, sí lo entiendo: los TCA se «tocan todos», ya que bien sea por exceso o por defecto, son síntomas de las mismas emociones y procesos internos.
Publicado por primera vez en 1978, con gran éxito de ventas, La jaula dorada es un libro clásico sobre la anorexia nerviosa. Escrito en un estilo directo y accesible, huyendo de la terminología médica, ofrece testimonios de pacientes reales respecto a la enfermedad y su recuperación.
Estas chicas no pueden experimentarse a sí mismas como individuos unificados o autocontrolados, capaces de dirigir sus vidas por su cuenta. Sienten que la enfermedad está causada por una fuerza misteriosa que las invade o que dirige su conducta. Piensan en sí mismas y en sus cuerpos como entidades separadas, y la tarea de su mente es controlar ese cuerpo indisciplinado. Otras se sentían divididas, como segmentadas en dos personas. Tarde o temprano surge una referencia al otro yo: el dictador que me domina, un fantasma a mi alrededor, un pequeño hombre que se enfada si como… Normalmente esta parte secreta y poderosa del yo se experimenta como una personificación de lo que tratan de ocultar o negar porque no lo aprueban en ellas o en los demás.
La autora, Hilde Bruch, una experta psicóloga clínica, describe la obsesión por la delgadez y la búsqueda de la superioridad en la negación de uno mismo, que caracteriza a la anorexia nerviosa. Fruto de sus observaciones, destaca la importancia de un diagnóstico temprano y narra la historia de este desorden enigmático con un estilo elegante y preciso, que combina la divulgación y el rigor y sigue el siguiente esquema:
- La enfermedad del hambre
- El gorrión en la jaula
- La infancia perfecta
- Cómo empieza
- La actitud anoréxica
- La corrección del peso
- El desmembramiento familiar
- Cambiar la mente
En La jaula dorada se ponen sobre la mesa multitud de factores que dan para muchas reflexiones y valoraciones, dentro y fuera del ámbito de los TCA: contradicciones y paradojas, componente exhibicionista, efectos de la malnutrición, miedo al fracaso, insatisfacción, esfuerzos por complacer a los padres, dependencia, infancia aparentemente perfecta, falta de autoconfianza, confusión respecto al cuerpo y las funciones, vulnerabilidad a la crítica, sentimiento de fracaso, aislamiento, distorsión de la imagen corporal, autoengaño, influencia del hambre en el funcionamiento psicológico, culpa, ambiente familiar, problemas familiares subyacentes, papel preponderante de la madre, control como medio de seguridad, y aceptación, salud, prejuicios en cuanto al peso, la altura o la figura, autoestima, actitud crítica, rabia reprimida, miedo a la vida, necesidad de controlar un mundo incontrolable, baja autoestima, agobio por el gran número de oportunidades a demasiadas posibilidades y miedo a no escoger correctamente, educación sexual que enfatiza lo que la mujer «debería» ser, sensación paralizante de incapacidad, convicción de incapacidad para resolver o cambiar nada en sus vidas, incapacidad para enfrentarse a los problemas de la vida cara a cara, estilos de crianza, la niña perfecta que sufre en silencio, niña obediente, brillante y dulce con una infancia llena de ansiedad, preocupación por ser queridas, intentar satisfacer las expectativas familiares…
Os dejo algunos párrafos que marqué mientras leía porque me llamaron la atención, y me resonaron especialmente:
Ante los prejuicios a la gordura, la delgadez parecía reemplazar a la virginidad como clave de la feminidad. El canon para valorar el carácter moral de una mujer pasaba de lo que hacía sexualmente a lo que comía.
«Muy diferente era el concepto de tiempo que describía Vicky. Era bulímica y estaba en el punto en que esperaba todo el día el atracn de la noche. Aún así, se sentía muy infeliz porque no podía controlar otros excesos de comida durante el día. Su experiencia del tiempo era inusual; se movía a través del tiempo, lo cual le daba una sensación de inestabilidad muy desagradable, siempre confontada con un futuro desconocido. Cuando el tiempo que tenía por delante era finito, unas pocas horas de actividad planificada, las cosas iban bien. Pero si tenía unas horas no definidas por delante, experimentaba una suerte de vacío y discontinuidad amenazante y ominosa. Se sentía como si se moviera a través de la oscuridad -con nada en medio- y la urgencia de comer la invadía. «La ideal del hambre es que si, porl o que sea, no consigues ser capaz de encontrar comida, te quedarás sin ella durante un tiempo indefinido y, por lo tanto, tienes que comer ahora». Después se llenaba con tanta comida como podía y luego vomitaba. El sentido distorsionado del tiempo estaba relacionado con su fracaso por sentir una estabilidad interna, como no tener un centro de gravedad interior.»
Myra, una mujer de 35 años, había sido una devoradora compulsiva durante 15 años. Alternaba los atracones con no comer nada de nada y su peso fluctuaba entre los 36 y los 72 kg. Myra confeccionaba todos los días listas de lo que tenía que hacer: «protegerme contra lo que me atemoriza: los espacios en mi vida. EL tiempo es algo que hay que superar. Es como un bosque denso que tengo que atravesar. Cuando hay espacios en ese bosque, no sé cómo atravesarlos y tengo miedo, mucho miedo. Los espacios no definidos me asustan horriblemente. Me organizo la vida de modo que no tenga que lidiar con ellos»
Y en especial esta reflexión de la autora que resume y explica en sus propias palabras el título del libro:
Una imagen le vino a la mente: era como un gorrión en una jaula dorada, demasiado sencilla para los lujos de su hogar y, al mismo tiempo, privada de hacer lo que realmente quería. Decía que las jaulas están hechas para pájaros llenos de color que muestran satisfechos su bello plumaje. Se sentía diferente, como un gorrión, discreto y lleno de energía, que quiere volar por su cuenta y no está hecho para la jaula.
Photo by Christopher Windus on Unsplash
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